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¿Qué hacer cuando no puedes con tus hijos?

Yolanda Escudero
Yolanda Escudero
2025-09-07 09:46:16
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Cuando mis dos primeros hijos eran pequeños no podía estar sola con ellos, me desbordaba o me aburría, o me agobiaba, solo hacía y hacía, lavadoras, cenas, limpiaba, ordenaba. Tenía aversión a estar sola con ellos, acompañándoles. Me buscaba planes, íbamos al parque, a comprar, hacer y más hacer, por no estar ni ser. En secreto sentía que no quería estar con ellos. Quería que pasaran las horas, las tardes, los días, los años, pensaba, «bueno cuando crezcan ya jugarán solos, o serán más independientes, será más fácil» esperaba y esperaba que llegara su padre, que me tocara mi momento, sin ellos. Mucho tiempo guardé la culpa de sentir no poder sostenerlos, no querer sostenerlos, en definitiva no querer estar con ellos. Cuando Jordi empezó a viajar no me quedaba otra que estar todo el día con ellos, no iban al cole, acabábamos de mudarnos, no conocía a nadie. El doloroso secreto seguía encerrado, entre barrotes de culpa y olor a sacrificio. Conocí el Yoga por estar embarazada del tercero, y me permitió probar el estar cada día conmigo. En el momento de la meditación no soportaba estar conmigo misma. Me dolía todo, me picaba todo, me molestaba la postura, los pensamientos, los ruidos, desistía rápido. Me fui dando cuenta que estar con ellos, acompañándolos sin juicio, sin dirigir, sin expectativa, se parecía mucho a la sensación que tenía al meditar. Comprendí una tarde de conflictos con mis hijos una cosa: en realidad, con quien no quería estar era conmigo misma, no con ellos. Estar con los niños, en silencio, acompañando, sin dirigir, escuchando verdaderamente, sin proponer, sin expectativas ni juicios significa parar, parar la máquina mental, significa aterrizar en el presente, al presente que ellos viven, al absoluto, ese que permite ver como estás y te chiva qué necesitas verdaderamente, que muestra tu realidad emocional no atendida, no mirada. Y eso es tan insoportable tantas veces, es tan doloroso, que preferimos seguir haciendo, seguir planeando, seguir en la mente pensante, esperando que llegue tu momento, sin ellos, a solas, para evadirte, no para cuidarte, esperando que lleguen esos momentos de desconexión de ellos y de ti. Cuando pude tomar conciencia de cuanto me incomodaba estar conmigo, sola, pude soltar la culpa de mala madre que encerraba el dolor de no sentirme, no escucharme, no atenderme. Y empecé a escucharme, empecé a sentirme, a vivir más presente en mi, en la vida, en mis necesidades auténticas, poco a poco, sientes, sencillamente te sientes. Te permites estar donde estás, te escuchas aunque no sea lo que la mente quiera oír, y empiezas a actuar. Y poco a poco te empieza a gustar estar contigo misma, te empiezas a amar. Empecé a disfrutar de estar con ellos, a disfrutar de verdad. Ya no me resulta doloroso, ni incómodo, es más, siento el placer de volver a la tierra, al cuerpo, al ritmo natural. Como quién va a la naturaleza para desconectar, y siente calma, siente más el cuerpo y se siente más viva. A mí me pasa con ellos, ellos me muestran el ritmo de la naturaleza, el auténtico, el presente amoroso, el placer de sentir el cuerpo, el silencio que te reconforta. Ese espacio donde no hay tiempo, ese espacio donde Ser, sencillamente Ser quien eres. Así que a esa mamá y a todas, estar con nuestros hijos nos carga de energía siempre, si nos permitimos ser y estar presentes, si dejamos la mente en reposo, si nos colocamos en el cuerpo y respiramos con el corazón abierto. Ellos son los maestros de cómo hacerlo, de cómo ser, sin juicio ni objetivo, sin miedo ni culpa. Ellos son los que nos acompañan a nosotros, a sentirnos plenas otra vez, plenas de amor, plenas de nosotras mismas, como ellos lo están cada día.
Ariadna Tamayo
Ariadna Tamayo
2025-09-07 08:52:40
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Hay una palabra esencial que es respeto y eso lo niños lo tienen que mamar desde bien pequeños. Debemos permitir equivocarnos como padres. Siempre queremos educar como fuimos educados, así es muy difícil que se produzca un cambio. Si nos enfadamos mucho con los hijos somos los padres los que debemos cambiar.