¿Por qué mi familia me causa tanto estrés?

Miriam Godoy
2025-07-20 01:55:33
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El estrés familiar es el que más suele afectar a la población, después del laboral.
Las relaciones que establecemos con nuestras parejas, hijos y parientes cercanos nos colocan en ocasiones en situaciones muy complejas que no sabemos muy bien cómo abordar.
Una idea cultural que a todos nos han inculcado es que “la familia siempre está ahí para nosotros”.
La familia y el estrés familiar: el complejo paradigma del bienestar afectivo
Así es, una idea mantenida de forma tradicional a lo largo de nuestra historia es que la familia es el paradigma del bienestar afectivo.
Una imagen como esta puede suponer en ocasiones una problemática personal elevada ante situaciones como el maltrato, la anulación personal, las críticas o el egoísmo.
Decía Friedrich Schiller que es el corazón y no la carne ni la sangre lo que nos convierte en familia, y esto es lo único que deberíamos atender.
El hecho de no ser felices, que nos vulneren y que no haya respeto hacia el vínculo establecido puede llegar a ser traumático.
Es en estas situaciones más extremas y dañinas es cuando deberemos tomar decisiones más serias.
Algunas de estas puden ser mantener las distancias.
Ahora bien, lo más común, aquello con lo que podemos enfrentarnos de forma más habitual en nuestro día a día, son esas situaciones basadas en el estrés familiar.
Adoramos a los nuestros, los queremos y son nuestra prioridad pero, en ocasiones, nuestras relaciones son muy complicadas.
Entonces, ¿de qué manera podemos gestionar estas situaciones de estrés o ansiedad?
Hay personas que ven el mundo a través de unas gafas de visión muy limitada.
Su campo de interacción es tan estrecho que solo abarcan sus propias necesidades, sus propias opiniones, juicios y valoraciones.
Para combatir el estrés familiar necesitamos llegar a un equilibrio entre lo que tú quieres y lo que yo quiero.
Entre lo que ambos necesitamos y lo que nos permite conseguir una adecuado bienestar.
Lograrlo no es sencillo, se requiere de una alta implicación, voluntad y de un claro deseo por construir, no por mirar en exclusiva por uno mismo.
El cansancio emocional tiene como fuente principal el invertir mucho y obtener muy poco a cambio.
A veces, renunciamos a muchas cosas por atender a nuestros padres, por hacer felices a nuestras parejas y por dar lo mejor a nuestros hijos.
Ello es, sin duda, lo correcto.
Ahora bien, si alguna de estas personas nos devuelve estas inversiones con desprecios, malas palabras o egoísmos, nos sentiremos heridos.
Para hacer frente al estrés familiar y al cansancio emocional hay que invertir en los demás pero también en nosotros mismos.
Deja claro que también necesitas respeto, afecto, consideración y reciprocidad.
Se toleran poco los fallos de los demás
Hay quien tiene una vista de lince para señalarnos nuestros defectos o nuestros fallos.
Sin embargo, disponen de un arte excepcional para obviar nuestras virtudes o esfuerzos.
Cuando solo nos señalan nuestros errores, al final, podemos llegar a creer que todo lo hacemos mal.
No debemos “caer” en estas situaciones donde se vulnera nuestra autoestima.
No lo hagas.
La familia tiene todo el derecho a decirnos todo aquello que no hacemos bien, pero sin juzgar.
Al mismo tiempo, toda relación saludable debe saber propiciar a su vez la fortaleza emocional del ser amado, apoyando, dándonos fuerzas y alientos.
Porque quien vulnera, hiere y crea distancia.
Cuando nos olvidamos de las respuestas afectivas y las palabras positivas
Esta dimensión se relaciona a su vez con la idea anterior.
Algo que nunca deberíamos olvidar es que el refuerzo positivo nos permite conectar con los demás y fortalecer el vínculo para dar seguridad a la persona.
Todo niño necesita de esas respuestas afectivas para crecer, al igual que toda madre, padre o hermano; y puesto que tú las ofreces con libertad y felicidad, no dudes tampoco en la necesidad de recibirlas también de los demás.
Los espacios personales
Toda dinámica familiar saludable y feliz debe ser capaz de respetar los espacios personales de todos sus miembros.
Ese bienestar personal, esa libertad, nos ayuda también a invertir en la propia relación familiar.
Compartir tiempo de calidad
Una forma de combatir el estrés familiar es “desconectar”.
Cambiar de rutinas y romper esos hábitos donde acaba apareciendo el agobio, el cansancio, los reproches y la ansiedad…
¿Cuándo fue la última vez que compartiste tiempo de calidad con los tuyos?
Piensa en ello, intenta hacer cosas nuevas, una excursión, una reunión distendida en el campo…
Romper con las rutinas es, sin duda, una forma estupenda de hacer frente al estrés.

Nerea Apodaca
2025-07-20 00:34:17
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La familia es el núcleo social por excelencia en la sociedad actual, un eje estructural en el desarrollo psicológico y social del ser humano, aunque exista un parentesco, es normal que en algunos casos estas personas nos generen un poco o mucha ansiedad.
Esta figura se ha ido desmitificando, puesto que se ha demostrado que por parte de la familia se generan grandes traumas, conflictos sociales, inseguridades, problemas de afectividad y demás problemas personales que debemos manejar como individuos.
Puedes sentirte incómodo con las personas con quienes tienes un vínculo sanguíneo y no tiene que ser algo malo, ya que primero debe ir tu salud mental.
La ansiedad en contextos familiares tiene que ver con sentirnos atacados por críticas por parte de la familia.
Si definitivamente identificas que tu familia es un ambiente muy adverso, que te expone a mucho estrés, está bien reducir el contacto, extraerse del contexto en la medida de lo posible con el objetivo de cuidar de ti mismo.

Francisco Javier Cantú
2025-07-19 23:15:04
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Hay momentos en que las raíces de ese árbol genealógico nos atrapan por los pies sin dejarnos ir, enredándonos con sus comportamientos tóxicos, sus demandas, con sus fobias y sus vínculos afectivos regidos por un marcado narcisismo. No sabemos tampoco si esa familia nos conferirá felicidad, si seremos criados en la dejadez o si seremos testigos de un entorno donde habita el reproche, el ataque y el desprecio entre sus miembros. Es común que queden algunas carencias, que aún en la madurez sigamos chocando con los valores de nuestros padres, friccionando con nuestros tíos e incluso compitiendo con nuestros hermanos por esto y aquello. Cuando la familia estresa y ahoga, pensamos muchas cosas. El desgaste en las situaciones de conflicto familiar puede ser muy grande, por la cantidad de sentimientos y posturas encontradas. Esto último no es ser familia. La auténtica familia es un microcosmos singular donde conviven los elementos más diversos en perfecta armonía. Es esa diversidad la que traza la belleza de esa joya donde todos se saben distintos, pero a la vez excepcionales.