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¿Cómo puedo sanar el rechazo?

Olga Echevarría
Olga Echevarría
2025-07-31 08:23:57
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La herida del rechazo se sana prestando especial atención a la autoestima, comenzando a valorarse y reconocerse por si mismo sin necesitar la aprobación de los demás. Un paso fundamental es aceptar la herida como parte de uno mismo para poder liberar todos los sentimientos atrapados. Si negamos la presencia de nuestro sufrimiento no podremos trabajar para sanarlo. Una vez aceptada, el siguiente paso sería perdonar para liberarse del pasado. En primer lugar, a nosotros mismos por el trato que nos damos y en segundo lugar a los demás, porque las personas que nos han herido probablemente también padezcan algún profundo dolor o una experiencia hiriente. Comenzar a cuidarse con amor y priorizarse. Prestarnos atención y darnos el amor y el valor que merecemos, es una necesidad emocional imprescindible para seguir creciendo. Aunque no podemos borrar el sufrimiento vivido en el pasado, siempre podemos aliviar nuestras heridas y ayudar a que cicatricen para que su dolor desaparezca o al menos se alivie.
Jordi Jurado
Jordi Jurado
2025-07-17 07:38:15
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La terapia es un espacio seguro donde podemos observar nuestras heridas sin juicio, comprenderlas y empezar a sanarlas. Conectar nuestra historia con el miedo al rechazo es un paso esencial. Pregúntate: ¿Hubo momentos en los que sentí que el amor era condicional. Reconocer estos patrones nos ayuda a empezar a liberarnos de ellos. Aprender a sostener la incomodidad nos enseña a tolerar la incomodidad sin huir. Aprender a mirar el miedo de frente nos ayuda a descubrir que no nos destruye. Sanar el miedo al rechazo no significa que nunca lo sentiremos de nuevo. Significa que no nos definirá ni nos limitará. La buena noticia es que el apego no es un destino, sino un punto de partida. Con terapia, podemos sanar las heridas emocionales y aprender nuevas formas de relacionarnos de manera más saludable. Cuando sanamos la herida del rechazo, dejamos de ver las relaciones como un peligro y empezamos a verlas como un refugio. Aprendemos a confiar en los demás. Expresar nuestras emociones sin miedo. Permitirnos ser vistos sin vergüenza ni culpa.