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¿Cuáles son las 10 características de una persona adicta?

Inmaculada Serna
Inmaculada Serna
2025-05-12 20:15:02
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Mal humor, excitación, ira, hostilidad, depresión Mentir y robar constantemente Negarse a reconocer los efectos nocivos de las drogas Evitar a viejos amigos o a personas que podrían plantearles cara a cara la cuestión de las modificaciones de comportamiento Guardar secreto sobre las llamadas telefónicas Tener amigos que no quieren que usted conozca o de los que no quieren hablar Contestar con evasivas cuando se les pregunta dónde han estado Pérdida de motivación Falta de interés en la vida cotidiana Faltar a clase
Jordi Vega
Jordi Vega
2025-05-12 19:36:28
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Negación El adicto directamente niega que consuma o que tenga dificultades con la droga, el alcohol, el juego... Asegura que controla su consumo, o que ha sido un golpe de mala suerte. Es decir, que no necesita ayuda. Es más, incluso puede dejar de consumir durante un tiempo para tranquilizar a todos. Autoengaño El adicto antes que engañar a los demás se dice mentiras a sí mismo... y se las cree. Su sistema cerebral de recompensa necesita que siga consumiendo y su cerebro elabora continuos autoengaños: “yo puedo dejar la droga cuando quiera”, “esta es la última vez”. La mitomanía es una tendencia patológica a fabular la propia realidad y es un rasgo presente en la personalidad adictiva. Así es, el adicto más que mentir a los demás, se engaña. Mentir es algo completamente normal para él. Forma parte del mundo ilusorio que ha ido creando y en el que él cree que controla, que puede dejar de consumir cuando quiera, que nunca le ocurrirá nada negativo, que podrá levantarse pronto con un golpe mágico de suerte... llega al punto de decirse mentiras a sí mismo. Victimismo Es la etapa siguiente a la negación. Cuando ha tocado fondo, el adicto reconoce tener dificultades, pero culpa de su problema a todos los demás. Interpreta la realidad a su modo para escudarse detrás de sus excusas: “Mi familia me controla y eso me da ansiedad”, “es que el jefe la tiene tomada conmigo”, “me pegaban de pequeño”, “no encuentro trabajo”… En lugar de responsabilizarse, el adicto reparte culpas. “Todos son culpables menos yo, que pago las consecuencias”, se repite a sí mismo una y otra vez. Manipulación El adicto es especialmente hábil para identificar los puntos débiles de cada uno. Eso le ayuda a manipular o chantajear a conveniencia para terminar consiguiendo lo que quiere: consumir droga. Sabe lo que tiene que decir, a quién y en qué momento. Sabe cuándo mostrarse cariñoso o cuándo debe hacerte creer que si no le das lo que te pide ocurrirá algo aún peor… El familiar del adicto siempre debe estar atento y preguntarse: ¿Qué pretende en este momento? Así podrá manejar mejor esa sensación constante del sentimiento de culpa a la manipulación. Deseo irresistible por la droga/conducta Debes tener algo muy claro: el adicto sólo tiene una idea en la cabeza y es volver a repetir la conducta adictiva. ¿Cómo y cuándo consumiré de nuevo/jugaré? El adicto mantiene con la sustancia/conducta una “unión simbiótica”, es decir, una unión total. Esa unión se manifiesta como un deseo irresistible que está por encima de todo y que eclipsa la personalidad adictiva. Por eso, es ilusorio pensar que con el amor de la novia la persona cambiará, que con la paciencia y comprensión de sus padres terminará dejando el consumo… Entre el adicto y la sustancia es difícil penetrar sólo con la buena voluntad. Se precisa ayuda especializada.