:

¿Por qué me cuesta tomar decisiones?

Nerea Berríos
Nerea Berríos
2025-07-31 04:47:50
Count answers : 28
0
El temor a equivocarse, elevados niveles de ansiedad, una pobre confianza en sí mismo, pensar mucho en la opinión y aprobación de los demás, dificultad para asumir responsabilidades, la necesidad de tener certezas en relación a los resultados, entre otros, son solo algunas de las variables por las cuales una persona puede tener dificultades a la hora de tomar decisiones. El temor de asumir responsabilidades: asumirnos responsables de nuestros actos es positivo, sin embargo, hacerse cargo de decidir y de las consecuencias que tendrán nuestras decisiones puede generarnos ansiedad, tanta que puede llegar a bloquearnos. Tener que renunciar a otras posibilidades: decidir siempre implicará una renuncia. Evitamos sentir culpa: el miedo a percibir culpa surge desde la creencia de que nuestras decisiones provocarán daño a otros o a nosotros mismos. INCERTIDUMBRE. Es difícil decidirnos cuando no tenemos certezas sobre lo que va a ocurrir, sobre todo cuando no hay una respuesta correcta o incorrecta. Las decisiones pueden generar consecuencias, positivas o negativas. Cada situación implica una variedad de causas, alternativas y respuestas. Las decisiones difíciles nos comprometen sentimentalmente, no siempre es posible pensar objetivamente.
Carmen Archuleta
Carmen Archuleta
2025-07-18 12:15:03
Count answers : 23
0
Tomar decisiones no siempre es una tarea fácil, puesto que nos expone a encrucijadas a menudo difíciles de resolver. Sentir cierta angustia ante este fenómeno tan humano es completamente natural, aunque para algunas personas esto se acentúa porque no son capaces de tomar ninguna decisión. Una de las raíces más comunes de esta parálisis es el perfeccionismo. Para muchas personas, tomar una decisión significa encontrar “la opción perfecta”, la que no traerá errores ni arrepentimientos. La psicología ha demostrado que los perfeccionistas tienden a sobreanalizar cada escenario posible, anticipando consecuencias negativas aún en las decisiones más simples. El perfeccionismo puede inmovilizar, porque cada alternativa es medida con una vara ideal que ninguna opción real puede alcanzar. El temor a cargar con la responsabilidad de una decisión es otra de las causas clave. Tomar una decisión implica aceptar que uno es el autor de sus actos, y eso puede ser angustiante si las consecuencias no son las esperadas. El miedo a sentir culpa también opera como freno decisorio. Algunas personas imaginan, antes de decidir, el arrepentimiento que podrían experimentar si las cosas salen mal. En el fondo de todos estos factores suele habitar un denominador común: una autoestima baja. Quienes dudan constantemente de su valor personal tienden a desconfiar también de su capacidad para decidir correctamente. La falta de confianza en el propio juicio hace que incluso decisiones simples se tornen abrumadoras.