¿Qué te motiva a adoptar?

El deseo por amar un pequeño y ser mamá es más fuerte que todo, y adoptar a un pequeño es una alternativa para cumplir ese deseo. Los niños que no tienen papás desean con todo su corazón conformar una familia, y saber que una familia real los elige aun sin conocerlos los hace sentir muy amados. La familia no la construye el lazo sanguíneo sino que la forma el amor que se tienen las personas. Nuestra vida cambiará para mejor, pero la de nuestro hijo del corazón cambiará radicalmente. El amor, la familia, un hogar propio cambiará su vida positivamente. Es un reto único y hermoso!, que les brindará a ti, a tu pareja y a tu hijo una FELICIDAD inmensa incomparable.

La primera razón, es que desde que tuve el privilegio de conocer a Jesús a los 12 años impactó mi corazón el significado de esta hermosa palabra, y gracias a todo lo que me enseñaba la Biblia, empecé a entender mucho mejor el significado de la adopción, ¡pues empecé a sentirme tan hija, tan legítima y hasta coheredera juntamente con nuestro Señor Jesucristo. Creo que muchas veces no dimensionamos cada bendición y detalle que recibimos a diario por ser adoptados por el mejor y único Padre espiritual en nuestras vidas y eso me hizo ver el privilegio de la adopción, no solo como una opción, sino como una necesidad. Un versículo que siempre tocó mi corazón y que hasta hoy permanece en mis pensamientos es: Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo. Fue así cómo esta palabra de adopción empezó a tener un lugar importante en mi corazón. La segunda razón por la que amé adoptar, es porque tuvimos con mi esposo promesas de parte de Dios frente a esta gran decisión. Así que decidí aceptar con gozo su voluntad para mí. Todo el tiempo hablamos del hermanito o hermanita de Luci y visualizamos esa personita dentro de nuestro hogar desde ya como si lo tuviéramos en casa, entendiendo que así fue como el Señor nos escogió desde antes de la fundación del mundo y nos predestinó, así que ya le hablamos a ese sueño y vivimos cada día como si ya lo estuviéramos viviendo. La tercera y última razón es porque lo sentimos como un deber ante Dios de ser ejemplo y luz en medio de todos los procesos que se dan para adopción, pues en el camino nos hemos encontrado que son muchos los que desean adoptar, pero también son muchos los que no son el mayor ejemplo de una familia original, y legítimamente constituida por Dios como nos lo enseña la Biblia. Creo que cada familia cristiana que es de ejemplo en esta sociedad, debe concebir en su corazón y en su pensamiento este concepto hermoso de adopción, ya que es una necesidad no sólo para nosotros como individuos, sino para el futuro de estos hermosos niños. Fue así cómo nació en mí un sentimiento tan profundo por adoptar, no pensé en los niños que iba a beneficiar al adoptar o el cambio que esto trae a la sociedad, o alguna otra intensión, sino en la oportunidad de dar amor y de recibir amor.

Quería ser madre, que no necesitaba que mis hijos llevaran mis genes o estuvieran en mi barriga para sentirme su madre, y que la reproducción asistida me echaba para atrás. Soy una persona muy conservadora en temas de salud, y la idea de hormonarme, de entrar en un proceso que imaginaba duro y desgastante físico y emocionalmente, no me inspiraba demasiado. La principal motivación, pues, era ser madre. Creo que esta tiene que ser siempre la principal motivación, o casi siempre; pero había una motivación secundaria que a mí no se me escapaba entonces, aunque no se la dije a la psicóloga, porque sabía que le resultaría sospechosa: la idea de ayudar a alguien a estar mejor de lo que estaba. Yo no pensaba que mis hijos fueran a estar mejor porque vivieran en el primer mundo en vez del tercero, o porque yo tuviera más posibilidades que sus padres biológicos: pensaba que lo que marcaba la diferencia era tener una familia o no tenerla. Crecer en un orfanato o crecer en casa. Lo sigo pensando… Yo quería volver a enamorarme de un niño desconocido, convertirlo en mi hijo día tras día… A pesar de todas las dificultades, precisamente por lo gratificante que era vencer cada una de esas dificultades. Y seguía pensando que podía marcar una diferencia en la vida de un niño que pasara de no tener familia a tenerla… porque esto me aseguraba de que adoptaba a un niño que realmente lo necesitaba. No habrá un tercer hijo. Estoy razonablemente segura, aunque ya saben que la vida es aquello que nos pasa mientras hacemos planes… y la vida me ha traído, de forma inesperada, una pareja con otros dos hijos que ya empiezo a sentir como familia. Pero si hubiera un tercer (un quinto) hijo, me gustaría que fuera adoptado, o acogido… que fuera, también, un niño para el que entrar en nuestra familia represente una diferencia.

Que exista una motivación para adoptar basada en el conocimiento profundo de la realidad adoptiva y una visión realista de lo que ésta implica. Así, estos menores llevan consigo una herida emocional que va a requerir ser reparada y para ello, se necesitará tiempo y entablar un vínculo sano y seguro con una nueva figura de apego, para lo que, las familias adoptivas juegan un papel fundamental, Que los adoptantes gocen de madurez y equilibrio emocional, así como de la capacidad de buscar recursos cuando los necesiten.

Querer realizarnos como padres responde a algo muy instintivo, muy primario. El querer dejar aquí algo nuestro, el que alguien continúe nuestra historia, es esperanza, es cariño, es tener a alguien a quien querer, a quien cuidar y que nos quiera y nos cuide. Es formar una familia. Hay padres que se plantean adoptar porque son personas muy concienciadas con la situación de los niños que están esperando que se les asigne una familia. Esto suele deberse a que han tenido experiencias cercanas a casos de adopción: han sido niño adoptado, conocen ejemplos de amigos o familiares, trabajan de forma directa con la infancia, conocen otros países u otras realidades más duras,… El haber visto de cerca la situación difícil de muchos menores que son dados en adopción y otros modelos de familia hace que yo mismo me pueda plantear esta opción de cara a formar la mía propia. En otras ocasiones, la naturaleza ha sido caprichosa con nosotros y nos ha puesto trabas a la hora de lograr un embarazo porque o bien por falta de pareja, o por ser una pareja del mismo sexo o simplemente porque hay algún tipo de dificultad orgánica. Cualquiera que sea la razón que nos ha llevado a plantearnos esa adopción es perfectamente válida siempre que la persona que adopta tenga claro que ese niño va a ser su hijo y él su padre/madre pase lo que pase; y que van a formar una familia.