:

¿Qué pasa cuando un adolescente pierde a su madre?

Pol Moral
Pol Moral
2025-06-02 05:08:53
Count answers: 4
Cuando hablamos de luto infantil y el luto afecta a uno de los progenitores, el suceso adquiere todas las características de un auténtico trauma. La muerte de la madre en la infancia puede desbordar el estado psicofísico y emocional de un niño, provocándole un sufrimiento emocional muy fuerte. Perder a la madre en la edad evolutiva significa perder la seguridad que se tiene, pero también la propia solidez interior, lo que provoca una terrible sensación de vacío. Perder a una madre es también un trauma para un adulto, pero mientras que un adulto tiene diferentes recursos y capacidades en términos de racionalidad y de alguna manera es posible encontrar respuestas, cuando le ocurre a un niño es mucho más difícil de procesar. Los niños pueden manifestar síntomas específicos relacionados con el estrés: lo que se denomina una reacción postraumática. Las manifestaciones más comunes son ataques de ira, miedos y tristeza inconsolable. En los niños más pequeños se pueden producir también fases de regresión. Una vez más, puede haber diferentes manifestaciones, que varían mucho en función de la persona y los recursos disponibles. La reacción más común es intentar olvidar, dejar de lado ese dolor, pero este 'dejar de lado' no es sano desde el punto de vista emocional y psicológico porque significa que no se ha procesado el duelo. Las emociones negativas acaban intentando hacerse un hueco y aflorar de alguna manera: pueden manifestarse en forma de ansiedad, dificultad para dormir o ataques de ira. Como decíamos antes, el dolor por la pérdida de un padre o una madre sigue presente y puede haber recaídas: aceptar la pérdida no implica volver a la normalidad, sino ser capaz de adaptarse a una nueva realidad. Sin embargo, si el duelo se ha procesado, también puede reaparecer pero normalmente de forma atenuada. Puede haber desencadenantes que hagan aflorar las emociones negativas relacionadas con la pérdida, pero si se ha procesado el trauma, habrá también sentimientos positivos, recuerdos de las experiencias bonitas que se han vivido con la madre.
Yaiza Casárez
Yaiza Casárez
2025-06-02 03:35:39
Count answers: 5
La muerte de un ser querido nunca es un episodio fácil de superar, pero a veces nos encontramos ante situaciones algo complicadas de afrontar tras el fallecimiento de un progenitor, especialmente a medida que los hijos comunes crecen. La llegada de la regla en las chicas es un tema que tanto padres como madres dominan, sin embargo, en general las menores suelen sentirse más cómodas hablándolo con sus madres, confían en su experiencia y, si requieren ayuda, es más sencillo recibirla de quien ha tenido la experiencia. Por eso, si la persona fallecida es la mamá, para el padre puede suponer un problema comprar compresas o tampones, lavar la ropa interior si se ha ensuciado, ayudarles a ponerse el primer tampón, gestionar la regla en verano, enseñar a usar la copa menstrual. También es importante decirles que pueden contar con nosotros para resolverlos, que siempre buscaremos quien nos ayude. Son momentos delicados en los que los adolescentes se sienten muy vulnerables y se agudiza la sensación de soledad o de injusticia por tener que aprender ciertas cosas sin el apoyo que habrían tenido si no hubiera fallecido ese progenitor. El hecho de no saber explicar a los adolescentes determinadas cosas no es un drama, porque no tenemos que saberlo todo, ellos solo deben saber que cuentan con nosotros y que buscaremos el modo de ayudarles cuando nuestra experiencia no alcance a cubrir sus necesidades.
Carmen Llamas
Carmen Llamas
2025-06-02 01:04:42
Count answers: 4
Frente al fallecimiento de una madre o padre, es común que los jóvenes sientan culpa y aparenten que está todo bien, por lo que evitan compartir sus emociones. Esto tiene que ver con algo propio de esta etapa que es la vulnerabilidad. La vulnerabilidad no es tan bien recibida, debido a que las personas buscan dar un paso hacia la independencia. Entonces, el sentirse frágiles, los expone ante otros. Como consecuencia, puede ocurrir que los adolescentes no pidan ayuda cuando se sientan mal, aislados o poco acompañados. No es extraño o poco común que a los adolescentes se les exijan más responsabilidades. Esto puede hacer que lleguen a cumplir roles que antes cumplía el fallecido, y con ello, pueden perder la posibilidad de vivir su adolescencia. Si un cuidador queda muy desregulado emocionalmente tras la pérdida de su pareja y los jóvenes sienten que no puede valerse por sí mismo, pueden llegar a desarrollar la “parentalización”. En términos simples, el o la adolescente satisface las necesidades físicas y emocionales del sistema familiar, sacrificando las suyas. Se puede ver a los adolescentes más desconectados de sus emociones, incapaces de saber qué es lo que necesitan y con dificultades para decir no o poner límites.
José Aragón
José Aragón
2025-06-02 00:07:16
Count answers: 5
El duelo de los adolescentes es similar al de los adultos porque su comprensión de la muerte y sus reacciones son similares, aunque las emociones se pueden manifestar de forma más intensa. La gestión del duelo en un adolescente es, pues, particular por el momento vital y la alta carga emocional que supone en una época en la que además lidian con otras pérdidas: fracasos amorosos, de amistad o académicos. Algunas de las manifestaciones normales del duelo en la adolescencia son: Conmoción y confusión. Ira e irritabilidad. Alteraciones del sueño o alimentación. Miedo de la posible pérdida de otro familiar. Reaparición de conductas más infantiles. Culpabilidad: son frecuentes los sentimientos de culpa ante cosas que han dicho o han deseado respecto al familiar desaparecido. Tristeza: también puede manifestarse como miedo de estar solo, pérdida de interés por actividades que solían interesarle, disminución del rendimiento escolar, etc. Ante una pérdida podemos encontrarnos a un o una adolescente con una actitud que tiende a no compartir las emociones que sienten, a no mostrarlas por no querer ser diferentes de sus iguales y que se interprete como un signo de debilidad o a sentirse presionados por tener que comportarse como una persona adulta. La manera en que los jóvenes suelen mostrar el duelo tiene un componente físico importante, mientras que el malestar en los adultos es fundamentalmente de carácter psicológico.