¿Qué pasa en el cerebro al practicar mindfulness?

Practicar Mindfulness influye directamente en nuestro sistema nervioso, hormonal, endocrino e incluso neuronal. Afecta por completo a nuestra mente, que es capaz de desarrollar diferentes respuestas ante situaciones estresantes con mayor adaptabilidad. Entre los beneficios que provoca en el cerebro, caben destacar: A nivel hormonal se ha comprobado que la meditación mindfulness reduce los niveles de cortisol en sangre, sustancia relacionada con el estrés y que disminuye la capacidad de memorización y de aprendizaje. Por lo que practicar la conciencia plena consigue disminuir los niveles de cortisol, nos hace sentirnos menos estresados y esto potencia nuestra memoria y nos ayuda a mejorar el aprendizaje prestando mayor atención en las cosas. Importante destacar que también realizar Mindfulness disminuye la materia gris relacionada con respuestas fisiológicas de miedo y estrés. Esta materia se encuentra en la amígdala, estructura cerebral cuya función es la detección del miedo. Por lo tanto, podemos decir que a través de la meditación se puede reducir el miedo. Otra estructura que cabe destacar es el hipocampo, este desempeña un papel vital en la capacidad de aprendizaje, en el procesamiento de información, la codificación de la memoria y su consolidación. Con la práctica del Mindfulness se busca que la persona logre esa calma interior, ese sosiego y paz. No se trata de huir del ruido interior, de esas rumiaciones que “fabrica” la mente, si no que las acepte tal y como son para poder procesarlas de mejor manera. Es importante tratar de conseguir esto con la meditación puesto que aumenta el volumen del hipocampo y consecuentemente aumenta la capacidad de aprendizaje, de procesar la información e incorporar nuevas habilidades. En definitiva, lo que permite el Mindfulness, es estar aquí y ahora activando nuevos circuitos y desactivando circuitos que no ayudan. Es empezar a cambiar la percepción de las cosas, ha realizar introspección de una manera distinta con mayor compasión y comprensión sobre uno mismo.

El mindfulness es una técnica de meditación que busca entrenar la mente para centrar la atención y redireccionar los pensamientos. La práctica de la meditación contribuye a reducir el estrés, uno de los problemas de salud más habituales en nuestra sociedad. Se da especialmente en personas que sufren una constante sobrecarga, sea laboral o familiar, como es el caso de quienes cuidan a personas con Alzheimer. Conseguir una visión más positiva de la vida y de nosotros mismos es uno de los principales beneficios de la práctica de técnicas de meditación como el mindfulness. Gracias a la meditación es posible redirigir y mantener la atención en las tareas que debemos realizar por más tiempo y de forma más eficiente. El descanso nocturno es un factor imprescindible para disfrutar de una buena salud física y mental. Relajar el cuerpo y liberar tensiones mejora la calidad del sueño. La práctica de la meditación puede ayudar a reducir la sensación de sobrecarga que genera cuidar a un familiar con Alzheimer. El día a día de la enfermedad aboca a muchas personas cuidadoras a padecer altos niveles de estrés, ansiedad y, en algunos casos, depresión. En tanto que se ha demostrado que la meditación es una herramienta que ayuda a controlar la ansiedad y a alcanzar una mayor salud emocional, es una práctica que puede contribuir a paliar algunos de estos trastornos. Practicar la meditación supone ir un poco más allá de las formas de respiración controlada y técnicas de relajación muscular recomendadas para el manejo de la ansiedad. Además, existen estudios que han verificado que la mejora en la capacidad de concentración que se consigue con la meditación tiene efectos beneficiosos en la memoria y en la atención en la vida cotidiana, incluso en edades avanzadas. Hay que recordar también que el estrés y la ansiedad son factores que juegan en contra de nuestra salud cerebral, haciendo a nuestro cerebro menos resistente a enfermedades como el Alzheimer. Técnicas de meditación, como el mindfulness son, por lo tanto, una práctica recomendable en el contexto de la promoción del envejecimiento saludable. Las técnicas de meditación, como el mindfulness, pueden ser un recurso útil para controlar la ansiedad, mejorar nuestra atención, evitar el estrés y recuperar el control de nuestras emociones. Todo ello repercutirá positivamente en la salud de nuestro cerebro, así como nos hará más fácil sobrellevar ciertas circunstancias de la vida, como la de cuidar a un ser querido con enfermedad de Alzheimer.