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¿Cómo es una persona rígida en personalidad?

Úrsula Burgos
Úrsula Burgos
2025-09-28 20:25:41
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María Pilar Calderón
María Pilar Calderón
2025-09-19 20:01:31
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El carácter Rígido se forma desde los 4,5 años a los 6 años de edad aproximadamente. Suelen ser ambiciosos y competitivos, agresivos, tozudos, la pasividad es para ellos una vulnerabilidad. A nivel más profundo su problema principal es la autenticidad, es decir el contacto con su esencia interna, de hecho la niegan o la ignoran, para ellos se trata de un mecanismo de defensa. A nivel psicológico hay que decir que el rígido es el que mejor se defiende por la vida mundana, pero a nivel más esencial el tipo rígido se desconecta de “Lo Real”, precisamente porque busca desesperadamente sentirse real. El carácter rígido tiene miedo a entregarse porque lo asimila con el colapso. El trauma importante en éste carácter es la frustración en la búsqueda de satisfacción erótica, especialmente la genital. La rigidez en realidad es inflexibilidad.
Hugo Alfonso
Hugo Alfonso
2025-09-19 19:00:11
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¿A cuántos nos ha pasado que nos hemos visto haciendo, diciendo o pensando algo que era inimaginable hace unos años?, ¿en cuántos temas, valores y metas hemos cambiado de opinión con el transcurrir del tiempo?, ¿significa eso que somos una persona “inestable” o que no tenemos claro lo que queremos? Dejando al margen cuestiones sobre madurez y desarrollo personal, hay un concepto cuyo entendimiento es muy importante a la hora de dar respuesta a estas preguntas. Ese concepto del que hablamos y presentamos hoy es del rigidez mental o cognitiva. ¿Qué entendemos por rigidez mental? Las personas con una rigidez mental característica presentan dificultades a la hora de valorar otras perspectivas o puntos de vista diferentes a los propios y rehúsan en lo posible de abrazar nuevas soluciones para escenarios que dominan o creen que podrían dominar. La rigidez mental o cognitiva no es una cualidad o característica de todo o nada, es decir, cada uno de nosotros estamos situados en un punto del gradiente que va desde una flexibilidad cognitiva que nos permite ser resolutivos desde una perspectiva abierta y cambiante, hasta el otro extremo de una inflexibilidad que nos convierte en seres casi automatizados que no deja lugar a imprevistos ni novedades. Aquellas personas que dentro del gradiente que mencionamos anteriormente se sitúan en un punto más cercano al extremo de la rigidez, pueden sufrir varias consecuencias. Consecuencias individuales. Hacemos referencia al sin fin de emociones de las que etiquetamos “negativas” que estas personas se exponen a sentir en algún momento de su vida: ira, frustración, impotencia, malestar... Pero si nuestro patrón de comportamiento está regido por la inflexibilidad y la falta de habilidad para cambiar nuestros pensamientos y conductas cuando estas no son resolutivas, nos estamos condenando de alguna forma a que nuestro abanico emocional siempre sea el mismo y vivamos sumidos en un episodio constante de frustración y malestar. En este sentido son dos los pasos que podemos dar para gestionar nuestra rigidez mental: reevaluar y progresar. Volver a analizar lo que en alguna ocasión anterior ya habíamos analizado. ¿Para qué? Pues para algo tan sencillo y, a la vez, tan complejo como ganar amplitud. Amplitud de opciones, de soluciones o de salidas. Afortunadamente, la flexibilidad mental o cognitiva también es algo que puede trabajarse y es una capacidad en la que podemos intentar mejorar para conseguir eliminar las consecuencias antes citadas y vivir una vida más en paz con nosotros mismos y con las personas que nos rodean.
Gonzalo Romo
Gonzalo Romo
2025-09-19 18:41:11
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La rigidez a la hora de tomar decisiones, en los gustos o actividades en una tendencia de personalidad que trae consigo más consecuencias negativas que positivas. Esto conduce a una forma de pensamiento categórico donde las cosas son blancas o negras, están bien o mal, o pueden ser o no. La rigidez suele nacer en ambientes donde la incertidumbre no es tolerada, ya sea durante la infancia o en situaciones traumáticas. Las personas rígidas son más propensas a experimentar altos niveles de estrés, ansiedad y agotamiento emocional. Les resulta difícil adaptarse a los cambios inesperados, ya sean en el trabajo, las relaciones o incluso pequeños contratiempos cotidianos. La rigidez no es una condena, sino un hábito, como cualquier hábito, se puede desaprender. La clave está en cultivar la flexibilidad cognitiva, que es la capacidad de ver un problema desde diferentes perspectivas y considerar alternativas. Esto no significa abandonar los valores o la disciplina, sino aprender a integrar nuevas experiencias y aceptar que la vida no siempre se mueve en línea recta.