:

¿Por qué me desagrada tanto el cambio?

Manuela Ozuna
Manuela Ozuna
2025-07-26 14:34:27
Count answers : 12
0
Puede haber causas profundas que tiran de nosotros/as en otra dirección. La perspectiva constructivista de la psicología nos ofrecen una explicación. Este enfoque toma como base la Teoría de los constructos personales de Kelly. Se basa en que las personas vamos construyendo desde que nacemos constructos personales. Estos constructos son como teorías implícitas sobre quién soy yo, qué hago en este mundo, cómo es el entorno que me rodea… Algunos de ellos son constructos nucleares que son esenciales para satisfacer la necesidad que tenemos las personas de sentirnos nosotros/as mismos/as. A pesar de nuestros cambios, necesitamos reconocernos de manera continuada. En ocasiones, las personas nos enfrentamos a lo que se denominan dilemas implicativos en algunos de nuestros constructos asociados. De esta forma, llegar a mi yo ideal me llevaría a sacrificar un atributo con el que cuenta mi yo actual del que no deseo desprenderme porque para mí es un constructo nuclear. Sería, por tanto, como renunciar a parte de mi identidad. Si en la forma en la que esa persona ha elaborado estos constructos, el atributo de cariñoso o amable está vinculado al adjetivo de débil, planteándose el mencionado dilema implicativo. De esta manera, esta persona se siente fuerte y desea seguir siéndolo, pero se califica como arisca y le gustaría ser amable, pero asume que serlo le llevaría a convertirse en alguien débil que no quiere ser. Esa es la causa de que, más allá de los esfuerzos que realice, no consigue cambiar.
Francisco Javier Madera
Francisco Javier Madera
2025-07-26 13:24:53
Count answers : 14
0
Cuando uno se plantea la disyuntiva entre cambiar o no cambiar, suelen aparecer emociones y necesidades contradictorias. Nuestra mente es una experta en analizar pros y contras y en resaltar aspectos amenazantes. Puede passer que uno tenga claro lo que quiere conseguir, por ejemplo, mejorar su sobrepeso, pero a la hora de decidir ponerse a ello, rumia constantemente con pensamientos en torno a si será o no capaz de conseguirlo o al esfuerzo que le va a suponer. Detrás de esta excusa, seguramente está el miedo al fracaso y el miedo a alejarse de la zona de confort, de lo que uno ya conoce. Quienes han sufrido una historia de constantes fracasos, suelen tener este mecanismo de defensa para evitar el miedo a un nuevo fracaso. La persona excesivamente preocupada por las consecuencias negativas se pondrá en lo peor y sacará conclusiones tajantes, que harán que esas circunstancias se vean como impedimentos en vez de como obstáculos a superar. Less preocuparse y más ocuparse. En ocasiones, el no tolerar el sentimiento de culpa o el cometer errores, hace que evitemos responsabilizarnos de retrocesos o falta de avance y nos excusemos en las acciones de los demás. La reacción o falta de ayuda de nuestro entorno puede hacer más difícil el cambio, pero el atribuir el cambio personal a nuestra propia actitud es esencial. Detrás de esta excusa está el rechazo a querer afrontar determinadas emociones. El ponerse etiquetas como “No valgo para la cocina”, “Soy incapaz”, “Es que yo soy difícil para las relaciones”, es una forma rígida y poco flexible de afrontar la realidad, que nos limita a madurar como personas y a acercarnos al desarrollo personal. La actitud idónea para el cambio se basa, pues, en la aceptación y el compromiso, en un “Estar dispuesto a…” y cambiar la mentalidad reactiva basada en excusas por una mentalidad proactiva, basada, por el contrario, en la propia responsabilidad y actitud persistente.