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¿Por qué es tan estresante la vida en la ciudad?

Inés Galván
Inés Galván
2025-08-03 07:44:31
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La vida en la ciudad es estresante porque desde que nacemos hasta que morimos la sociedad en la que vivimos nos educa a ser productivos por estar montada de tal modo que siempre te obliga a más, y no estoy hablando de inconformismos, si no de que lo que hacemos parece que nunca sea suficiente. Vivimos en un desafío constante que vemos como normal, pero eso no significa que sea normal. Porque no es lo mismo salir corriendo y como consecuencia hiperventilar que vivir corriendo e hiperventilando. La superficie de esta problemática endémica se caracteriza por un cuadro sintomático que tiene como común denominador la ansiedad, el insomnio, la irritabilidad, la autoexigencia, la preocupación excesiva, y la falta de tiempo para cuidarnos. Nuestra propia responsabilidad y la de la salud y políticas públicas deberían prohibir seguir tirando de esta manera ante esta situación tan alarmante porque, como he dicho antes, estos síntomas tan solo son la superficie de enfermedades físicas, emocionales y psicológicas que no paran de ganar terreno en nuestra sociedad. Dolores de cabeza y musculares, fatiga crónica, trastornos afectivos, depresión, trastornos de ansiedad, adicciones, aislamiento social, etc., un bucle causado por múltiples factores de origen social, personal y cultural que a veces pueden incluso acabar en forma de suicidio. Y porque no se le pone más énfasis a esta situación, pues como en muchos otros estigmas de la sociedad, las enfermedades mentales y el suicidio son realidades que, aunque no se ven o no se quieran ver, existen camufladas con medicaciones o como inesperados y desafortunados accidentes de tráfico o atropellos ferroviarios. La crisis económica, política y de valores de nuestra sociedad es algo que a veces nos sobrepasa y no nos ayuda a darte importancia a lo verdaderamente importante, porque en realidad para vivir no necesitamos tantas cosas.
Erik Esquivel
Erik Esquivel
2025-07-24 23:07:31
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Las grandes ciudades suelen percibirse como entornos fríos y de ritmo acelerado, donde las tasas de criminalidad son altas y las interacciones interpersonales son fugaces. Las ciudades también arrastran una fama de fomentar mayores índices de depresión entre sus habitantes y servir, en general, de calderos de estrés. Las interacciones sociales casuales que nos imponen las grandes ciudades, incluso las que ocasionalmente son frías o insensibles, ayudan a amortiguar la tensión de la salud mental. Sí, esos peatones que caminan rápido, después de todo, al menos están viendo a otras personas. Es posible que las ciudades más pequeñas, con menos bullicio, no ofrezcan tantos beneficios en la lucha contra la depresión. Las interacciones transitorias como estas son comunes en las grandes urbes, ocurren con tanta frecuencia que a menudo se olvidan después de un largo día. Pero son esas conexiones fugaces las que hacen que los habitantes de las ciudades sean menos propensos a la depresión, según el estudio. Hay algunas ventajas en las ciudades porque todos estos trastornos están realmente asociados con un aumento del aislamiento social. Los resultados resaltan que, de media, duplicar la población de la ciudad se asocia con una reducción cercana a un 10% en las tasas de depresión.
Erik Escudero
Erik Escudero
2025-07-24 19:47:47
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Vivir en una gran ciudad se asocia comúnmente con un mayor riesgo de sufrir ansiedad y trastornos en el estado de ánimo, algo que cualquier habitante de un centro urbano puede haber experimentado alguna vez por sí mismo. El tráfico, los atascos, los ruidos, las prisas... La vida urbana está asociada con respuestas de mayor estrés en la amígdala, la zona del cerebro involucrada en la regulación del afecto y el estrés. Estos experimentos sugieren que las diferentes regiones del cerebro son sensibles a la experiencia de vivir en una ciudad en algún momento de la vida. Resultados anteriores han demostrado que el riesgo de desórdenes de ansiedad es un 21% mayor para los habitantes de las ciudades, quienes también incrementan sus posibilidades de sufrir trastornos en el carácter en un 39%. La incidencia de la esquizofrenia es casi el doble en las personas que han nacido y crecido en las ciudades. Determinar los procesos biológicos que están detrás es un primer paso para poner remedio a esta tendencia. Las políticas públicas de salud deberían tener en cuenta la indeseable contribución de las ciudades para volver loca a la gente.