¿Por qué me cuesta crear un vínculo con mi hijo?

Álvaro Campos
2025-08-05 19:45:31
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Nuestros adolescentes necesitan sentir que les entendemos, respetamos sus gustos y necesidades y no les juzgamos ni les llenamos de etiquetas.
Que conectamos con ellos emocionalmente y les acompañamos sin dramatismos y con grandes dosis de sentido común y del humor.
Que consensuemos normas, no les presionemos con nuestras expectativas y les aceptamos tal y como son.
Que les dejemos crecer sin sobreprotegerles y encontremos el equilibrio entre la exigencia y la libertad.
Aprovechemos esta etapa educativa para estrechar vínculos y demostrarles nuestro amor incondicional.
Confiando en ellos, dejándoles la distancia necesaria para que puedan crecer libres, para que tomen decisiones aunque sepamos que van a equivocarse.
La adolescencia es el período de transformación y reafirmación personal en el que nuestros hijos deben hacer frente a una vorágine de cambios físicos, psicológicos, cognitivos, emocionales y sociales que les provocan mucha confusión e inestabilidad.
A estos cambios, deberemos sumarles las dificultades que presentan para controlar su impulsividad y para modular correctamente las emociones por las transitan.
Pero es en esta etapa tan compleja cuando nuestros hijos e hijas necesitan que les mostremos nuestra mejor versión, nuestra presencia y disponibilidad aunque no nos lo demuestren.
Que sigamos siendo el pilar donde apoyarse, el refugio donde acudir cuando se sientan contrariados o perdidos.
Que les ayudemos a descifrar el torbellino de sentimientos que sienten y nos convirtamos en un modelo seguro, estable y coherente para ellos.
Unos años de sana desobediencia en los que mostrarán muchas dificultades para hacer frente a la frustración y para reconocer sus errores.
Que fácil es perder la paciencia con ellos, contagiarse de sus cambios de humor, sentirse herido con sus cuestionamientos.
No alzar la voz cuando dan portazos o realizan juicios de valor que llenan de recelos el hogar.
A un adolescente se le educa con grandes dosis de serenidad y cariño, entendiendo lo difícil que es para ellos hacerse mayor y vivir en una sociedad tan competitiva que va tan deprisa, a su lado necesitan adultos pacientes que entiendan lo que les sucede, que atiendan sus necesidades y les escuchen sin cuestionarlos pero sin mentirlos.
Que les sostengan cuando se sientan vulnerables y les ayuden a construir una autoestima.

Isaac Santana
2025-08-05 19:20:29
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Stamos en el hacer para huir de la intensidad emocional de nuestros hijos y podemos llegar a utilizar las tareas domésticas como refugio para dejar de sentir esa intensidad que nos duele y nos ahoga. Cuando no podemos estar presentes perdemos la conexión entre madre e hija, entonces es cuando el niño no se siente mirado, no se siente amado, no se siente merecedor, ni importante. Los niños saben que los adultos dedicamos tiempo y atención a aquello que nos importa. Si no podemos estar presentes en ningún momento del día el niño siente que mamá NO está por y para él incondicionalmente. Siente vacío y abandono emocional. Es vital tomar conciencia de que muchas de las reacciones emocionales automáticas que tienen nuestros hijos tienen mucho que ver y están muy relacionadas con lo que no están recibiendo pero que, sin embargo, sí están necesitando. La verdadera razón está en nuestra incapacidad emocional de DAR y AMAR INCONDICIONALMENTE a nuestros hijos. Y el único camino que podemos recorrer para conectarnos más y mejor con nuestros hijos, es, primero de todo, intentar y aprender a conectar con nuestros verdaderos sentimientos, emociones y necesidades para luego poder conectar con los de nuestros hijos y demás personas. A veces evitamos parar para DEJAR de sentir eso que tanto nos duele. Cuando estamos en el hacer EVITAMOS SENTIR. Para poder sentir o percibir lo que le pasa al otro primero tenemos que poder estar en contacto con nosotros mismos. Y cuando una persona se conecta consigo misma y luego con el otro, a eso se le llama fusión. Dar presencia es milagroso.

Hugo Miramontes
2025-08-05 15:43:49
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A veces, nos preocupamos más por lo que debemos hacer por ellos y olvidamos lo más importante: cómo hacerles sentir amados, escuchados y valorados. Sentirse vistos, valorados y amados es esencial para su bienestar emocional. Los niños necesitan calidad de tiempo más que cantidad. No se trata de estar con ellos todo el día, sino de dedicarles momentos en los que realmente sientan que son lo más importante. Los niños perciben el amor no solo en lo que les decimos, sino también en las pequeñas acciones del día a día. Cada niño tiene su propia manera de sentirse querido. Lo importante es descubrir qué hace brillar más sus ojitos y hacerlo parte del día a día. El vínculo con tu hijo se construye en los pequeños momentos.

Jesús Lugo
2025-08-05 14:17:34
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La distancia que ponen los adolescentes con sus padres y madres forma parte del proceso de construcción de su identidad y crecimiento hacia su autonomía. Sin embargo, los adolescentes siguen necesitando que las personas adultas de referencia les acompañen y les apoyen. Cuando llega la adolescencia, muchos padres y madres viven con desconcierto y preocupación que sus hijos dejen de buscar apoyo en ellos y se comuniquen menos.
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